El derpertar de algo que no debió existir [Libre]

El temblor de la tierra inundó solo aquella pequeña y estrecha cueva alejada de la mano de los dioses. Su serpenteante entrada se perdía en un laberintico camino hasta sus mas profundas entrañas, donde allí moraba la dama vestida de blanco. El arma mas potente que hacia milenios dormitaba en contra de su voluntad, quedando en un estado de letargo que había ido devorando poco a poco sus poderes, haciendo casi que empezase de nuevo la batalla por el poder. En las entrañas, una pequeña camara abandonada desde casi el olvido de los tiempos y su tesoro mejor guardado, el cristal ovalado del tamaño de un hombre guardaba el cuerpo de una mujer, congelada en el tiempo. La tierra tembló mas fuerte en la pequeña camara, e inevitablemente el cristal ovalado perfectamente pulido cayo al suelo rompiendose en cientos de fragmentos pequeños... La mujer cayó al suelo y su cuerpo tembló, sintiendo frío, sintiendo por primera vez en su existencia debilidad, degustando el sabor de estar al borde de la muerte. Su corazón empezó a latir de nuevo, saliendo de aquél estado, martilleando sus oídos. Abrió los ojos despacio, parpadeando varias veces para disipar aquella molesta neblina que cubria su mirada. Se intentó poner en pie pero cayó estrepitosamente al suelo, magullandose el cuerpo levemente. Respiraba agitado, sus pulmones ardían pareciendo querer recuperar el aire que durante aquellos años no pudo respirar, y poco a poco sintió que su cuerpo volvía a ser suyo... como si hubiese vuelto a nacer, solo que esta vez de un vientre helado.

Se arrastró un poco, pero luego apoyandose en las paredes pudo ponerse en pie, y centrarse en recuperar la movilidad de su cuerpo,mientras este recuperaba su calor natural.
El aturdimiento no la hizo percatarse del temblor del suelo, pero no fue hasta que el temblor paró que pudo mantener un equilibrio medianamente normal. Sus ojos, los cuales ahora debido a la penumbra apenas poseían visión, alzaron su mirada a la única luz existente en aquél momento, la luz al final de aquél túnel, una salida recien abierta debido a algunos derrumbamientos ocurridos por el temblor.

Caminó entre los escombros con aquél vestido de seda blanco algo manchado, con un cinturon dorado que se ajustaba en la parte de la cintura, demasiado complejo para pertenecer al pueblo llano. El collar, su mas preciado tesoro aun estaba intacto en su cuello, a la espera de que su antigua dueña recuperase aquello que había perdido, la memoria.

-A... Ayuda... - quiso decir, pero su voz fue un balbuceo casi mudo apenas entendible. Seguía caminando entre las rocas, llegando a la salida de la cueva en mitad de la noche, el manto de estrellas no. La escasa luz que la había guiado hasta la salida ya que sus ojos podían percibir mejor esa luz ahora.
Pero algo la cegó, algo inesperado. Una columna de fuego no muy lejos de donde ella estaba ascendio hasta los cielos, haciendo incluso que algunas nubes se apartasen de su trayectoria. Entornó la mirada, pero comprendio que aquello no era buena señal.

Sin recuerdo alguno su cuerpo, su ser se movía por puro instinto, quería huir, la antigua Airice hubiese ignorado aquello, pero ahora... ahora la curiosidad la invadía, sabia que aquél fuego no era provocado por casualidad y algo pasaba. Poco a poco, mientras su aún tibio cuerpo iba avanzando a través de los árboles, el hedor de la muerte y la sangre derramada empezó a inundar sus pulmones, haciendo que le diesen arcadas para vomitar, pero su estomago no contenia nada que vomitar. Se apoyó en un árbol, y respiró agitado por la boca tratando de no oler aquello, lo cual resultaba imposible. Logró acostumbrarse luego de minutos, y miró a su alrededor intentando escrutar la oscuridad, percatandose de la tenue luz de un fuego a unos metros de ella. Siguió acercandose para observar, algo horrorizada aquella escena de muerte y horror que campaba en aquél lugar. Miró a su alrededor, intentando buscar algo que aún estuviese vivo, pero no había nada, no al menos humano...

Una noche fría, de luna llena que iluminaba el suelo, pero el ambiente era todo menos tranquilo. Un ascendido de cabello rubio estaba de cacería, un contrato que le encargaron en Kotobuki, atrapar a un lagarto en los terrenos de la gran colonia. Normalmente el no iría al territorio de las garras de la furia, un terreno lleno de barbaros que se pavoneaban y ahogaban en su propio poder, era un lugar repugnante pero esa criatura estaba atacando constantemente a grupos de viajeros, incluso a los habitantes de ese lugar que simplemente querían vivir tranquilos, simplemente no pudo contenerse y acepto.

Dos días pasaron de viaje y una semana de rastreo, eso termino en la noche actual, donde el guardian corría por las tierras baldías buscando a aquella criatura. Por su forma seguramente seria un animal corrompido por la magia, casos como esos eran normales, criaturas que no fueron capaces de asimilar la magia y enloquecieron – Donde estará – piensa el guardián en esos momentos. En la oscuridad unos gritos lo alertaron, se concentro y comenzó a sentir las pulsaciones en el suelo, era un grupo de personas, humanos, que corrían de algo similar a una lagartija de tamaño considerable. Un cambio en el flujo de aire le hizo llegar hasta su posición un olor muy intenso, el olor de la sangre.

A toda prisa corrió en la dirección de aquellas personas, ahora no solo había el olor de la sangre sino también olor a humo. Sus piernas no eran lo bastante rápidas y cuando llego fue demasiado tarde, habían sido todos incinerados y había algunos con horribles mordeduras. Se maldijo por no ser lo suficientemente rápido, pero aun tenia la labor de cazar a ese animal, y concentro de nuevo en sentir las pulsaciones de la tierra. Un terremoto altero su percepción, fue el equivalente a que a un murciélago lo agobiaran con ruido, era incapaz de sentir a la criatura por un largo rato. No tuvo mas remedio que esperar impotente a que pasara, y cuando se calmo todo sus ojos se abrieron de par en par, habían pisadas de otra persona, y las de la criatura siguiéndola.

Esta vez no se le escaparía, no permitiría que alguien mas saliese herido o muerto por culpa de esa criatura. En un momento se despejaron las nubes que iban encima de la zona, mostrando a pleno unos cuantos arboles y a una chica apoyada en uno de ellos. Por un momento se quedo pensativo al verla, su vestimenta no parecía de los nativos de la zona ¿una viajera? Si es así ¿sabia el peligro que corría? No tardo en escuchar de nuevo el rugido de ese animal, parecía bastante al chillido de un cerdo, y poco después se inicio su ataque. La criatura salto desde unos tres metros a la derecha de la chica, la había considerado su presa, el guardián no estaba lo bastante cerca para cubrirla con su escudo.

Se pensaría que la chica terminaría como la nueva cena de ese animal, pero nada mas lejos de la realidad, pues una esfera traslucida de color dorado cubrió su cuerpo, haciendo que el lagarto chocara y luego fuese repelido – ¡Aléjate de ella asquerosa criatura! – grita el guardián. La tierra comenzó a moverse debajo de los pies del lagarto, cuando el animal se recompuso de su golpe cuatro manos de roca salieron del suelo y se aferraron a sus piernas. Comenzó a chillar al ver que no podía liberarse, incluso lanzo una llamarada en dirección a la chica, pero un muro de roca se alzo frente a él impidiendo que le hiciese daño. La tierra se abrió debajo del animal, las manos lo jalaron hacia el agujero, luego cerrándose la grieta encima y escuchándose un sonido grave, similar al de un tambor, una tonada que determinaba que la tierra se había cerrado completamente aplastando al animal.

Si se preguntaban que había pasado pues era sencilla, tanto la barrera dorada, como esos movimientos de la tierra eran obra del guardián, quien luego se aproximo tan rápido como pudo hacia la chica - ¿te encuentras bien? – pregunto un poco alarmado, no sabía si la chica tenía algún tipo de herida, si estaba enferma o alguna otra cosa que ameritara atención medica.

Ella sentía que la gravedad hacia su trabajo por triplicado con su cuerpo, pensaba en la extenuacion que empezaba a acongojar a sus musculos, tibios. Su temperatura corporal aún no se había recuperado, por lo qie simplemente trataba de reposar y mantenerse en pie, tratando de recordar sin poder hacerlo.

Su vista aún algo borrosa mostraba la cruenta escena que podía percibir, hasta que el centelleo de su collar llamó su atención. Aquello era una señal, aunque ella aún la desconocia era la señal de que estaba en peligro. Antes de que pudiese actuar, pudo ver a un joven de cabellos claros, y todo transcurrió demasiado rápido para sus ahora lentos reflejos. Percibió un ser escamoso avalanzarse sobre ella, y lo único que pudo hacer es tirarse al suelo, mientras era rodeada por una esfera protectora. Su collar centelleaba y se empezó a arrastras por la tierra aturdida. La respiración agitada luchaba por cada bocanada de aire, y si hubiera podido sostener cualquier arma ella hubiera quedado inconsciente, la bestia que la habitaba, como una bestia herida queria salir a pelear por su vida... Pero no podía. Se levantó de nuevo y caminó, trastabillando hasta otro árbol cercano, intentando ocultarse ahí, pero la tierra empezó a temblar y un muro se alzó para protegerla del ser escamoso de nuevo. Cuando escuchó el golpe en seco bajo sus pies, fue cuando el collar cesó su centellar, y ella cayó en el suelo, sentandose, retomando el aliento.

-¿Bi...en?- su voz era ronca, apagada, le costaba articular palabra, como un niño que balbuceaba. Sus cuerdas vocales se resintieron levemente, y observó al joven curiosa y sorprendida.

El guardián se había centrado tanto en acabar con la criatura que no se fijo mucho en que la chica, cuando todo paso se pudo fijar en varios detalles, el primero es que posiblemente le afectara la situación anterior por su respiración agitada, ahora aunque ella le dijo que se encontraba bien no dejaba de preocuparle su estado – vamos, te ayudo – le extiende la mano a la muchacha para ayudarle a levantarse. Parecía tener algunos problemas de equilibrio, de modo que le sujeto la mano de manera firme para que no callera nuevamente – ¿ves? No era muy difícil – el rubio uso su percepción para saber si la chica tenia alguna herida interna, pero aparentemente estaba perfectamente bien, quizás algo mareada pero bien.

Podría haber criaturas cercas, incluso algunas mas peligrosas que aquel lagarto – aquí no estamos a salvo – dice mientras da un pequeño tirón a la chica para que le siguiera. Las nubes volvieron tapar el brillo de la luna, dejando que el manto de la oscuridad cubriera casi toda la estepa. Ninguno llevaba algún instrumento para iluminar el camino, pero el andar del guardián se mantenía firme, pues aun con esa oscuridad no estaba ciego, su poder sobre la tierra le permitía ver cualquier cosa que andará encima o debajo, así que podía ver pero no de manera convencional – no falta mucho, tranquila – intentaba calmarla, es cierto que para ella, Alexander seria un total extraño, pero en ese entorno tan peligroso esperaba que aunque sea por un par de horas confiara en él.

Al cabo de un rato parecía que las nubes se disipaban, mostrando ahora una pared de rocas en la otra orilla de un rio, ambos caminaron pero no se mojaron, un puente de tierra se armaba mientras avanzaban, era otra vez obra del guardián. Al llegar a la otra orilla Alexander deshizo el puente de tierra, y se aproximo un poco mas al muro – Espera aquí – deja a la muchacha se apoye en el muro, mientras el se aleja un poco para recoger algunos palos de madera cercanos. No tardo mucho en volver, y se sentó junto a la muchacha mientras agrupaba los palos, sacaba luego un par de rocas de su túnica, arrancándose un trozo de esa tela para que sirviera de yesca.

Un par de golpes entre piedra y piedra basto para que una chispa saliera y encendiera el trozo de tela que dejo el guardián, esa tela posteriormente encendió los palos permitiendo una fogata – Perdona pero no puedo ofrecerte mucho – dice el guardián mientras apoya un poco la espalda en la pared – Me llamo Alexander, y ¿tu?.. Si te incomoda no hace falta que contestes – podría parecer una actitud relajada la del rubio, pero lo cierto es que estaba atento a cualquier movimiento extraño del área circundante, nada se acercaría sin que se diera cuenta.

Le dolia el pecho, tanto que respirar era casi una tortura para ella, sus pulmones luchaban, con renovadas energias por seguir oxigenando su cuerpo, mientras una mano la apretó contra si misma, intentando confortar su propia existencia, con la otra tomó la mano del joven. Era calida, podía notarlo en constraste con su mano destemplada.
Intentó decir algo, pero no salió sonido alguno de entre sus labios, solo se limitó a seguir al joven, trastabillando algunas veces con sus propios pies, pero gracias a la ayuda que él la proporcionaba, no cayó al suelo. Se mantuvo en silencio, apoyando la mayor parte de su peso en el brazo del joven, sus pies se torcían, sus tobillos se doblaban, apenas podía caminar, pero lo hacía. Su mente, curiosa y vacía, pensaba en como había llegado a aquél lugar, mientras que su rostro se encontraba girado, observando el rostro del joven con inusitada curiosidad.

La joven quedó apoyada, esperando al joven tal y como él había pedido, observando las aguas oscuras del río, debilmente bañadas por luz plateada de la Luna.
Para cuando el joven regresase, ella habría apoyado su espalda contra la pared de tierra y hubiese dejado que sus rodillas cediesen a su peso, quedando sentada. Cabía decir que sus ojos no perdían detalle de lo que el joven hacía.
-¿Nom...bre? -preguntó. En su mente, no había nombre alguno aún, su mente se encontraba vacía. Sonrió ligeramente, mirandole- ¿Qué eres tú?- preguntó con curiosidad. Se acercó mas por instinto al fuego, calentando su cuerpo congelado.

El guardián continuaba captando el entorno con su percepción, a la espera de algo raro, pero afortunadamente nada venia a la posición donde se encontraban ellos. Se pudo relajar por fin, y se recostó a la pared de roca dando un suspiro de alivio, en ese momento fue que escucho la voz de la chica, no pudo evitar arquear una ceja con sus primeras palabras, ¿no sabía su nombre? De ser así ¿se trataría de amnesia natural o producto de magia? En ambos casos el saber su estado estaba fuera de sus capacidades, eso era territorio de los curanderos y los monjes – esta bien, no tienes porque decirlo – le contesta con una pequeña sonrisa.

Aun se podía escuchar el ligero aullar del viento nocturno, después de todo seguían a la intemperie, cosa que podría remediarse fácilmente, pero nuevamente las palabras de la muchacha lo desconcertaron, era un poco preocupante, pero no era algo que tuviera impedimento en contestar – Soy un ascendido, un ser que ha absorbido los poderes de la magia – le dice mientras coloca su mano derecha en el suelo – soy también un guardián del Arco de Luz, aunque sigo siendo un simple novato, pero eso no quiere decir que no pueda emplear la magia correctamente – la tierra se comenzó a mover, alzando unas paredes del muro grande de roca alrededor de la pareja, y un techo redondo aprecio desde arriba – Esto nos mantendrá protegidos del clima - Se había dejado una abertura en el frente para que pudiesen salir ambos tranquilamente y un pequeño agujero a modo de chimenea, su función era permitir que el calor provocado por la fogata saliese por el techo en lugar de acumularse en el interior - mi magia como puedes ver está basada en la Tierra

El joven la explico lo que era un ascendido, lo que era la magía, lo que hizo a su mente absorberlo como una esponja, memorizando aquellos datos. Ahora ya no estaba vacía, ahora tenía algo que pensar.
-Ascendido... ¿Yo soy...ascendida? - preguntó curiosa. Gracias al calor del fuego, sus manos se conrajeron en puños, los cuales apretó ligeramente, para después volverlas a extender. Ya no dolían, estaban calientes, al igual que sus pies, sucios y algo embarrados por la tierra, proximos al fuego. Su cuerpo empezaba a retomar su calor, dejando de estar entumecido y destemplado. Las articulaciones empezaban a reaccionar con normalidad.
-Tierra... - murmuró repitiendo, mientras observaba la formación del muro.
Abrazó sus piernas, acumulando tanto calor como le era posible en su cuerpo. La tierra era algo que la había mantenido oculta durante siglos en su seno, como si de un vientre se tratara, ahora era como una madre desconocida para ella, algo que no temeria, pero si respetaria.
-La tierra es robusta... pero es compasiva -musitó, volviendo a posar ambos orbes en el joven de cabellos rubios.

Había algo que no analizo debidamente, quizás por la situación anterior, pero que ahora si podía notar, era la magia que emanaba la chica, esto probablemente fue por la pregunta que hizo – ¿Eres capaz de sentir mi magia? – pregunta con bastante curiosidad. Alexander comenzó a juntar algo de maná en su mano derecha, alzándola y moviéndola hacia el fuego, si ella era capaz de sentir eso probablemente si fuese una ascendida al igual que el, pero si ese era el caso muy probablemente había ascendido hace poco, básicamente por la apariencia que llevaba.

El joven rubio mantenía su mirada en la chica, ahora podía notar también que no era una viajera, normalmente llevan ropa mas practica y varias herramientas para ello – Si, la tierra es compasiva, es el suelo en el que caminamos, la casa donde vivimos, los muros que nos defienden del peligro – dice mirando la pequeña fogata. Sus palabras revelaban cierto asombro por dicho elemento, pero olvido mencionar algo también, que la tierra posee una voluntad incomparable, imaginando una montaña que pese a todo lo que le cae, permanece firme sin importar nada. En esos momentos un pequeño ruido salió del estomago de Alexander, era ya señal de que tenia hambre, se avergonzó por no poder controlar su cuerpo pero lo disimulo bastante bien.

Coloco su mano derecha dentro de su bolsillo, de ahí saco la mitad de un pan, pero realmente no lo mordió, sino mas bien lo partió por la mitad, extendiendo uno de los trozos hacia la chica – ten, seguramente también tendrás hambre – le dice con una pequeña sonrisa a la chica. El guardián nuevamente hace uso de sus poderes sacando dos platos del suelo, estos eran de roca solida,  y no tenían polvo encima que pudiese contaminar la comida – toma – le dice al momento de entregarle uno de los platos – si en algún momento quieres que entre mas aire dentro de este sitio me dices y abro a los costados un agujero como el que tenemos en el techo

¿Su magia? Podía sentir algo alrededor de él, como si tuviese un sexto sentido dormido que ahora despertaba. Podia sentirlo fluir a su alrededor como si fuese viento, y aquella sensación aumentó cuando la mano del joven se vio provista de maná.
-Si, soy capaz de sentirla... - comentó mientras desviaba su mirada a la mano del joven.

Aunque denuevo su mirada se desvió al estomago y de nuevo a los ojos del joven, ya que el ruido que este habia hecho lo habia escuchado perfectamente. A decir verdad, ella tambien tenia hambre, pero apenas tenia esa sensacion, o al menos a penas la reconocia.
-Gracias - la joven tomó el pedazo de pan, y después el plato de roca y empezó a comer de una manera lenta. Su cuerpo empezó a reaccionar lentamente a la comida y pronto empezó a sentir la verdadera sensación de hambre que poseia.
-Esta delicioso - comentó sonriendo con levedad- creo que así esta bien, el calor es muy agradable...
S voz ya estaba mas recompuesta, y su estomago algo mas confortado ahora.

Efectivamente la chica se trataba de una ascendida, eso significaba que poseía algún anima, pero no parecía estar armada, tampoco había alguna criatura siguiéndolos, eso descartaba dos posibilidades, aunque de momento no era necesario preocuparse por ello – ¿Puedo ver como es tu magia? – pregunta con bastante curiosidad. Lo cierto es que no había pensado bien sus palabras en ese momento, por suerte se dio cuenta rápidamente de ello – disculpa, no hace falta que uses tu magia si no quieres – dice mientras se rasca la nuca – lo del calor se puede arreglar – unas pequeñas formaciones de tierra salieron alrededor de la fogata, como si fuese una pequeña hoguera, esta concentraba el calor y evitaba que se dispersara mucho.

El sueño comenzaba a pesarle en los parpados, cosa que se evidencio con un bostezo. Se recuesta de la pared a sus espaldas y se inclina hacia una de las paredes laterales – es tarde, deberíamos aprovechar para dormir y ya nos moveremos en la mañana – dice con los ojos cerrados. Lo cierto es que no estaba durmiendo del todo, en un entorno como ese era bastante regular el termino “dormir con un ojo abierto” y eso era lo que hacia el guardián, aunque su caso era un poco diferente, pues su percepción terrestre estaba ahora mas agudizada que antes. Se mantenía vigilante pues en ese momento no solo estaba en peligro su integridad, sino también la de la muchacha junto a él.

Sus palabras la hicieron quedarse pensativa, no sabía realmente, debido a su amnesia, si poseía magia o no, por lo que aquél comentario cayó como jarro de agua fría volcado sobre sus hombros.
-¿Mi magia? -quedó pensativa y aún su cuerpo no se sentía demasiado bien como para comprobarlo pero aún así se concentró, sin resultado alguno -parece que no quiero salir - bromeó y se acomodó mejor.

Observó lo que hacía hacía y luego solo dejó ver una ligera y cálida sonrisa, abrazando sus piernas.
-Tienes razón, mejor durmamos, mañana podríamos ir al mercado a comprar pan...-aunque esto ultimo lo fue murmurando con una voz cada vez mas apagada, no tardando en dormirse en aquella poco cómoda posición. Su cuerpo se fue relajando poco a poco, ya caliente.